La peor experiencia de mi vida la viví esa noche. Yo estaba jugando fútbol, cuando en pleno aguacero viene un vecino y me dice que camine para la casa que se está inundando, yo salí corriendo y vi que todas las casas se estaban inundando. Eso era agua por todo lado y una vez en la casa con mi mujer y mis hijos empezamos a rezar.

Otras personas se amarraron a los hijos por si los cogía el agua para no separarse, otros gritaban ayúdenos, era como un solo grito unido de tanta gente y era difícil escuchar de dónde venían las voces. Esa noche fue eterna, el frío era tremendo, no se veía nada, esta tragedia quedará en mi memoria como el peor día de mi vida.

Cuando amaneció era una película de no creer, impresionante ver como el agua se llevó todo, tantos muertos, las paredes estaban colapsadas, todo lleno de lodo, niños inconscientes cubiertos de barro, el desespero de tantos por buscar los familiares, se sentía un vacío enorme.

Días después recibimos las ayudas de la Cruz Roja y supimos que los colombianos estaban donando por medio de la página web de Postobón para hacernos llegar agua potable a nuestras casas. Es una sensación de gran solidaridad, ponerse la mano en el corazón y pensar en los demás. Nosotros agradecimos mucho esos galones, pudimos cocinar y lavar con agua limpia.

Mocoa 31 de marzo del 2017.